Estoy entre el movimiento dulce de la música instrumental de canciones cuyos recuerdos de antaño me traen grandes tristezas, alegrías y recuerdos inolvidables de mis tiempos de tempestad. Resuelvo con temor tener que aceptar el inevitable progreso de mis descendientes directos y solo tener fe de que tomarán un camino correcto y que las enseñanzas que su progenitora y mi persona les han impartido hayan sido de provecho.
He vivido una interesante transición, nací en pleno auge de la revolución digital. Conocí lo que es palpar una novela, dejar que fluyan las lagrimas al leer pensamientos plasmados por autores y consagrar el amor por el arte. Y el arte viene de muchas formas y maneras, y debo darles gracias a mis progenitores por enseñarme todo aspectos de este, y en cierta manera dejar que experimentara todas las expresiones de esta. Aprendí a salir del circulo y apagar la vela para que luego se convirtiera en llama.
Aprender por vía de ensayo y error para sobrevivir al fracaso, es la lección más importante que aprendí y debo enseñar. Que triste de las personas que todo lo tienen y de las personas que nada tienen, o de las personas que nada tienen porque todo lo tienen. Es deber de todo padre dejar que sus hijos experimenten y ayudar colocar un pequeño colchón cuando venga el muro con el que inevitablemente se chocarán. Equivocarse es parte de vivir y aprender de los errores es parte de sobrevivir.
Los observo dormir y pienso, todavía siguen siendo pequeños, pero ya se me están creciendo. Y empiezan las preguntas y temas que pensé todavía falta mucho por llegar, pero llegaron antes de lo que me lo esperara. Se les asigna más responsabilidad y con temor se les tiene que dar cada ves más libertad, tienen que perseverar.
No demora mucho el tiempo en que con sentimientos encontrados diré, se me van del nido pero nacen hombres que dejarán su marca en el mundo para el bien de todos.
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