La musa es vida para un poeta sin inspiración.
Decaído y abatido me atrapó.
¡Y tímido me sentí¡
Sonríe e invita, me saluda.
Y con una mirada burlesca aparece.
No se si fue el repentino haz de luz de la farola
O mi sensación de soledad.
Pero ver esos ojos penetrantes, sentí felicidad.
De lejos recorro, la silueta femenina que tanto adoro.
Con la vista y siempre a distancia, guarda mi memoria,
Lo que mis ojos aprecian de la belleza de una doncella.
Aprendí a recibir amistad sin que esperasen nada a cambio.
Y aunque todo llega a su final,
Inmortalizo a dicha musa con mi letra.
Pues la letra es eterna y su recuerdo también lo será.
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