COVID19 – Siete meses después

Siete meses de cuarentena y movilidad restringida en la República de Panamá, donde el pecunio familiar se ha visto devastado, el sector privado se ha visto desmantelado y el sector público con creciente presión debido a una caída grabe en la recaudación fiscal que permite que opere el estado. En varias conversaciones con diferentes personas, asalariados, independientes, dueños de empresa siempre está una esperanza hacia el futuro que intenta esconder un temor profundo sobre un futuro incierto. Nadie sabe que industrias repuntarán y cuales fracasarán y peor aún, no se sabe cuánto demorará la recuperación.

Los asalariados en industrias suspendidas o peor aún, despedidos porque la empresa ya no podrá operar, están en un frenesí desesperados, buscando cualquier medio para poder traer comida a la mesa, y aunque gocen del subsidio del estado, un hogar no se puede mantener con B/. 100 mensuales. Todos han buscado alternativas, venta de comida, reventa de artículos como cosméticos, verduras, etc. Rogando que no les venga el corte de servicios, los cuales si tienen hijos son esenciales para que puedan asistir a clases virtuales, y tener algo de normalidad en su hogar en un mundo volteado de cabeza.

Los independientes, no gozan del subsidio de B/. 100 mensual y tiene la adicional traba de poder demostrar que sus ingresos se han visto gravemente afectados o están completamente cesantes. Adicional a que para poder recibir algún tipo de alivio en sus servicios públicos tienen que demostrar su caída en ingresos, algo que, para los independientes en su mayoría en el sector informal, se traduce a una hazaña imposible. También han revertido a los mismos mecanismos de alternativas para buscar ingresos y se puede decir que los independientes son los mayor afectados en esta pandemia.

Los empresarios, aunque mejor posicionados para no verse afectados en su diario vivir, algunos o dejarán de ser empresarios o verán sus operaciones muy reducidas. En ellos recae no solo la afectación psicológica de perder el fruto de su labor, su legado, también en decidir en cuanto afectará a sus empleados al tener que inicialmente reducir operaciones, suspender y finalmente despedir empleados. El sector empresario también se ve muy presionado por falta de liquidez para poder iniciar operaciones, cuando comiencen las reaperturas, los mayor afectados son las pymes, que en Panamá como rubro son los mayores empleadores.

Luego están los funcionarios públicos que siguen asalariados, aunque también el gobierno ha ido reduciendo su personal, y se ha visto obligado a iniciar licencias sin sueldos y hasta separación de cargo de estos. Son vistos con envidia por algunos y pueden hasta sufrir de acoso, aunque ellos en sí están presionados por aportar y ayudar a sus familiares. Por lo cual veo los funcionarios, los que son honestos y en trabajos esenciales para el funcionamiento del estado, como los mayor afectados, dado a que sus ingresos se ven diluidos por tener que inevitablemente asistir a amistades y familiares que están en situaciones precarias debido a la pandemia.

Y luego está la juventud, la cual no se les permite divertirse, esparcirse, explorar y simplemente hacer las cosas que todos hicimos de jóvenes. Algunos tendrán más lujos que otros, y equipos tecnológicos que los permite mantenerse comunicados entre sí. Pero no se niega que la parte social, de reunirse con el grupo de amistades, en el parque, cancha, piscina, hace falta. Compartir con los compañeros de escuela, equipos, su “gallada”, hace falta. Y la movilidad limitada y restringida va a causar un impacto sobre esta generación de la misma manera que se afecto la generación que vivió la “Invasión” y sus primeras secuelas.

Y se podrá decir que por culpa de la mentalidad panameña del juega vivo, quedamos peor y por eso tuvieron que tomar medidas más graves. Y quien puede juzgar, cuando los brotes y rebrotes se han visto por todo el mundo, desde las sociedades más disciplinadas hasta las que suelen vivir en una constante anarquía. Uno de los derechos fundamentales de la constitución panameña es el libre paso a lo largo del territorio (salvo en situaciones de emergencia nacional y de salud pública), y tener que digerir de un momento al otro, que se ha suspendido ese derecho adicional al golpe económico sufrido.

Solo queda esperar y ver que repara el futuro, nada está escrito en piedra. Pero si habrá que prepararse para ver muchas secuelas en especial en el área de salud mental para preparar al país y ver como se adapta el mundo buscando evitar no tener que recaer en una situación como la que se está viviendo en estos momentos.


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