Bajo el clamor de los ruidos de niños en encierro he pensado que ayuda a disparar la imaginación, donde satisfacen su necesidad de atención y comunicación con sus móviles para poder conversar y saber de su familia y amistades. Es impresionante lo mucho que los seres humanos buscan tener comunicación, de cualquier forma, que sea. Todos, durante esta cuarentena, sin importar que se les escuche su conversación, con sus vecinos se conversan cruzando la calle, a todo pulmón, con satisfacer su necesidad de comunicación humana.
Para algunos puede ser una bendición haber quedado en cuarentena con sus seres queridos, para otros ese ser querido también puede ser su desdicha. Muchas personas están acostumbradas a compartir con sus seres queridos por un tiempo limitado durante los días hábiles, dormir y interacción extendida durante los días libres y feriados. La dinámica ha cambiado, en algunos casos fortalecerá los lazos matrimoniales, en otros casos logrará acelerar y o desencadenar un frenesí de separaciones, y peor aún para un grupo silencioso, será vivir en la sombra y ojo vigilante de su captor en todo momento, sin espacio ni lugar para escapar. Todos hemos quedados encerrados en una especie de infierno personal, sin habilidad de escape.
La cuarentena obligatoria, para todos tiene un desgaste mental importante, y los más vulnerables son la juventud. Ellos son los principales benefactores de las interacciones sociales, para con los de su misma edad, más jóvenes y mayores. Las aplicaciones de video conferencias grupales y grupos de chat han ayudado en cierta manera en suplir parte de esa interacción. Pero falta, el abrazo como apoyo, el palmazo en la espalda como apoyo, chocar las cinco, falta la interacción física que tanto nos identifica como seres humanos, entes sociables y auto consientes de nuestras acciones.
Solo faltará ver, que revelen los estudios a largo plazo, de que repercusiones sobre la juventud ha tenido una cuarentena extendida. Solo espero que sea algo pasajero y no queden heridas profundas, que sean difíciles de sanar. Pero, somos una especie resiliente, y la vida siempre encuentra una manera. Hasta me atrevo a vaticinar, que esta pandemia acelerará la tendencia hacia el domicilio y la disminución del comercio al detal tradicional.
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