Desencanto Electoral: La Travesía de Elegir al Menos Indeseado

En el maravilloso y surrealista circo de la democracia, nos encontramos en un escenario lamentable: la pérdida completa de credibilidad en los candidatos oficiales y de oposición. Nos hallamos en ese punto donde elegir al menos indeseado parece ser la única opción plausible. Ante este dilema de proporciones épicas, se plantea la pregunta: ¿qué rayos se debe hacer en una situación tan desesperada?

Primero, aceptemos la realidad con una mueca irónica. La confianza en los candidatos se desvaneció más rápido que el sentido común en una película de ciencia ficción. Es como elegir entre un mal chiste y una tragedia griega, solo que la tragedia es que nos toca vivir en este absurdo microcosmos político.

En un mundo donde las promesas electorales son tan efímeras como un suspiro, ¿cómo diablos tomamos decisiones racionales? La respuesta no está en la búsqueda de un mesías político, sino en reconocer que, a veces, elegir al menos dañino es nuestro mayor triunfo.

La solución podría yacer en la creación de un Comité de Realidad. Este comité, compuesto por ciudadanos comunes con un sentido decente de lo que es la realidad, tendría la tarea de evaluar las propuestas de los candidatos con la agudeza de un detective en una novela de misterio. Después de todo, necesitamos gente que distinga entre el humo retórico y las verdaderas promesas sustentadas.

Otro enfoque, un tanto radical pero justificable, sería incorporar la opción «Ninguno de los Anteriores» como candidato legítimo. Si las opciones actuales son tan emocionantes como observar crecer el césped, podríamos hacer una protesta pacífica en las urnas. «Ninguno de los Anteriores» podría convertirse en nuestro héroe electoral, el caballero sin brillante armadura pero con una honestidad inquebrantable.

Además, no olvidemos que vivimos en la era de la información. Con las redes sociales como nuestro anfiteatro digital, podríamos organizar el Festival del Ridículo Político. Invitemos a los candidatos a competir en desafíos no solo de retórica, sino de habilidades prácticas. Imaginen a los políticos compitiendo en juegos de trivialidades sobre historia nacional o resolviendo problemas matemáticos básicos. ¡Nada revela la verdad como un buen juego de trivialidades!

Claro, también podemos considerar la antigua tradición de «Echar un Vistazo al Pasado». Antes de embarcarnos en el incierto viaje electoral, podríamos examinar los registros pasados de los candidatos. ¿Han cumplido alguna vez sus promesas? ¿O sus promesas son tan confiables como la predicción del clima en un programa de comedia?

En última instancia, podríamos abrazar el absurdo y proclamar este período electoral como la «Época de la Risa Política». Creemos premios para las promesas más extravagantes o los discursos más surrealistas. Al menos, si vamos a ser testigos de un espectáculo cómico, podríamos darle un toque de humor consciente.

Así que, en este desfile de candidatos desacreditados, recordemos que la risa es nuestra mejor arma. Riamos hasta las lágrimas mientras votamos por el menos indeseado y esperamos que, quizás, algún día en el futuro, el circo político evolucione hacia algo más parecido a la cordura. Por ahora, sigamos siendo los espectadores sarcásticos de este espectáculo político sin guion coherente. ¡Que empiece la función!


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