Soy interprete médico desde hace cinco años y mantener la calma aunque en ocasiones parezca imposible, es crucial para que el paciente pueda recibir la atención apropiada. Esto aplica desde el médico hasta su equipo de trabajo. Si no se puede mantener la calma para poder lograr una evaluación objetiva de lo que pueda estar sufriendo el paciente, entonces falla todo y dependiendo de la gravedad, se pueden cometer errores fatales.
Daré un ejemplo reciente; un señor de avanzada edad, entrando a la sección geriátrica de salud mental. Había tenido pérdida parcial de la memoria, estaba desorientado, con hambre y el equipo médico necesitaba información para poder formular un tratamiento. Resulta que el paciente había sufrido una caída la cual causó un golpe fuerte en la cabeza. De por sí estaba adolorido y se tuvo que someter a un cuestionario para permitir al equipo médico a poder entender el cuadro de afección del paciente y luego establecer el tratamiento apropiado para su recuperación.
Para mi buena o mala suerte, yo fui el interprete encargado de asistir al equipo médico poder tener una vía de comunicación para poder entender la situación del paciente, explicar su hospitalización y pedir consentimiento para tratamiento del paciente.
El paciente era “no cooperativo” y a medida que se le hacían preguntas que por su carácter médico eran intimas, aumentaba su enojo. Empezó a insultar a los médicos, luego dirigió todo contra mi persona. Pero, a todo esto mantuve la calma e hice mi trabajo. Fue una sesión larga de casi una hora, entre insultos, acusaciones al punto que me acuso de haber robado su comida (trabajo de manera remota por video conferencia).
Lo importante es que el equipo médico obtuvo la información y los consentimientos necesarios y estoy seguro que el paciente podrá recibir un tratamiento importante para su pronta recuperación.
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