Siempre debes tener un plan de contingencia

La vida no tiene un rumbo fijo y por más que uno planifique es imposible cubrir todas las situaciones. Por eso es importante tener planes de contingencia, algo en que poder respaldarte. No hay nada más estresante de vivir el día a día, siempre sin saber que puede venir después.

Vivir el día a día, no solo aplica a saber que vas a comer el día siguiente. Implica planificar en todo los aspectos de la vida. Intentar tener una vida estructurada no significa que uno no pueda ser espontáneo, pero al tener estructura y planificación, se da espacio para la espontaneidad. La seguridad atrae felicidad.

“Me voy al cine…”, “Me voy de fiesta…”, “Man siempre estoy sin plata…”; frases muy comunes en el lingo común nuestro. Es fácil ser tentado con tanta actividad, querer ser parte de toda esa experiencia social, pero primero es necesario priorizar para luego disfrutar. De la falta de planificación y poca educación financiera viene las grandes deudas que llegan a ser opresoras para el desarrollo de un individuo hasta afectar a toda una sociedad. La cultura del crédito.

El crédito es un concepto abstracto, donde muchos solo lo ven como un factor monetario, “dinero prestado”. Todo favor es un crédito y pagar dicho crédito siempre se debe ver en factor de tiempo. Por ende; “¿Cuánto tiempo me va a demorar pagar este crédito?”; “¿Estoy en capacidad de devolver este favor?; “¿Puedo irme de fiestas y darme un gusto sin incumplir con mis cuentas?”. Preguntas sencillas de auto reflexión para determinar si se puede o no satisfacer algo.

Aprender a manejar el tiempo es un trabajo de tiempo completo y de varias etapas. De infante, se enseña con el horario de alimentación, mas adelante, la hora de recoger juguetes etc. Luego se traslada a hora de hacer tareas y finalmente a hiciste todas las tareas, etc. Y finalmente esto se aplica al diario de vivir, “Bueno ya cumplí con todo, puedo irme de paseo o me voy de fiesta”. El problema viene cuando el ejemplo siempre demuestra fiesta y luego trabajo.

Cada crédito que se obtenga se mide en horas de trabajo. Si devengo 100 créditos mensuales y sobrevivir me cuesta 60 créditos mensuales, entonces tengo espacio de 40 créditos mensuales. Lo ideal sería ahorrar esos 40 créditos mensuales, lo realista es que existen cosas que solo se pueden obtener a crédito. En los 60 créditos mensuales consumidos, se da por entendido, alimentación, vivienda, transporte, etc. La pregunta es “¿Qué hago con esos 40 créditos libres mensuales?”.

Muchas personas caen victimas de los prestamos y favores donde hipotecan su capacidad libre a cambio de un bien material o virtual. Obtener un bien material como un hogar o un vehículo, no es algo malo, y en muchos casos son cosas necesarias, el problema está cuando se compra fuera de la capacidad de generar créditos. Gasto 60 créditos mensuales para sobrevivir, obtengo un auto financiado con repago de 40 créditos mensuales y luego sufrimiento. Muchos especulas o hacen proyecciones generosas sobre su capacidad de generar créditos, contemplan sobre salarios, “camarones”, extras, para calcular su capacidad, y allí vienen los errores.

La capacidad fija de generar ingresos es de 100 créditos, para sobrevivir gasto 60 créditos, la persona ha tenido una buena racha y promedia de 30 a 40 créditos adicionales mensuales y decide ingresar en un contrato de vehículo financiado a un tiempo extendido. Pero en ves de hipotecar solo 20 a 30 créditos de su capacidad confirmada para ahorrar esos 10 a 20 créditos sobrantes para “vacas flacas”, deciden hipotecar su capacidad confirmada completa, muy optimistas de que ese extra de 30 a 40 créditos mensuales, les va a venir siempre. Lastimosamente generalmente falla el extra y dependiendo de las prioridades, pierde el bien, le cierran los servicios o pasa hambre.

En la época de estudios superiores, no es muy diferente. Pero la universidad de mide por tiempo dedicado. Entre asistencia, tiempo para estudiar, tiempo para tareas y proyectos. Salvo a excepciones estadísticas, la dedicación del estudiante esta directamente relacionada a la nota final obtenida. Y esto también se ve reflejado en la apreciación de lo que han intentado una carrera universitaria; si vas pensando en fiesta, la pasarás muy bien inicialmente pero serás relegado porque hasta tus propios compañeros preferirán no trabajar contigo ya que por pensar en lo social descuidas lo académico. En la vida universitaria el mes tiene setecientas veinte horas y el día tiene veinticuatro horas, desafortunadamente es una simple ley de la naturaleza. Y dedicarás aproximadamente doscientas diez horas entre asistir a clases y estudiar; unas trescientas horas que repartirás en investigaciones, redacción de ensayos, tareas y transporte; sobrando 210 horas para festejar y descansar. “¿Cómo invertirás ese tiempo?

Por ende un plan de contingencia es algo tan sencillo como reservar tiempo para poder enmendar errores. La vida es demasiado impredecible por más que uno planifique, pero prepararse para los imprevisto es separar recursos y toda acumulación de recursos es simplemente ahorrar tiempo y tenerlo en reserva. “CARPE DIEM”.


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